martes, 12 de abril de 2011

LOS TRES VIAJES DEL APRENDIZ MASON.

LOS TRES VIAJES DEL APRENDIZ MASON.
QH:. MM:. Juan Manuel Valladolid García.
RLS:. Justicia, Bondad y Moralidad N° 157
TRUJILLO – PERÚ.
ENVIADO DESDE EL ORIENTE DE DINAMARCA.
“Dijo Dios: Haya luz, y hubo luz. Vio Dios que la luz
estaba bien, y apartó Dios la luz de la oscuridad;
1:5 y llamó Dios a la luz día, y a la oscuridad la
llamó noche.”
Génesis 1, 3-5
La palabra viaje, deriva del latín "Viaticum", y significa Jornada, Etapa,
Paseo, Traslado, o Peregrinación. El término se aplica a las preambulaciones
del candidato alrededor del taller durante el ceremonial de iniciación, a una de
las partes ritualísticas más solemnes, a las que se somete a los Candidatos
profanos. Consecuentemente al comenzar la iniciación del Candidato, dentro
del Simbolismo y la Filosofía Masónicas, se les somete a tres pruebas que
proporcionan los elementos Primordiales que le dan la vida a la madre
naturaleza: agua, el aire y el fuego, las que en forma de viajes, realizan los
Aspirantes. Además en el simbolismo Masónico se han clasificado a la
existencia del hombre en tres grandes etapas: nacimiento, vida y muerte, o
también: juventud, virilidad y madurez, mismos que se encuentran
representados por medio de las tres cámaras de que se compone el
simbolismo de los grados en que se divide la masonería y en donde el grado de
aprendiz, representa al período de la juventud humana, el grado de compañero,
a la época de la virilidad del hombre y el grado de maestro, es representativo
de la etapa de la madurez del individuo.
el primer viaje, representa a la juventud, se refiere al período en que
recibe su educación y preparación intelectual, y por tanto se trata del
nacimiento de sus ideas, de sus principios y de sus acciones; las que por sí
solas le conducen hasta adquirir el conocimiento exacto de las tendencias
materiales y espirituales que poseen los hombres; esta etapa simboliza
también al estado de ánimo, en que el individuo debe luchar en forma
denodada, en contra de las incertidumbres, de la impotencia, de la confusión y
de los errores humanos, para que posteriormente sus pensamientos y sus
propias acciones estén ajustadas a la práctica de las virtudes; puesto que al
observar esa línea de conducta, irremisiblemente logrará apartarse de todos los
males que produce la ociosidad, la indolencia y la ignorancia, que la mayoría
de las veces conducen al hombre hasta hundirse en lo más profundo de los
vicios abominables, nacidos a través de las bajas pasiones, por lo que no hay
que olvidar, que esos defectos son propios de quienes no tienen voluntad, o
que se dejan arrastrar por la debilidad que produce la fragilidad humana.
Moralmente, el primer viaje significa como afrontar los peligros de la
escabrosa senda de la vida, y el nacimiento de los conceptos o las opiniones
que el recipiendario se formara con respecto a los valores y virtudes de la vida
masónica. Este viaje en su interpretación moral, nos proporciona la oportunidad
que se concede a la juventud, para que adquiera una adecuada educación y la
forma de llegar a modelar científicamente sus costumbres, para el fin de poder
vernos transformados en hombres útiles a nosotros mismos y a nuestros
semejantes.
El segundo viaje, es representativo de la virilidad, y en consecuencia lo
es también de la segunda época de la vida humana, puesto que dentro de este
período, es cuando el hombre principia a demostrar con hechos la ilustración
que ha recibido, en el desarrollo de sus actividades sociales, las públicas y las
privadas, las que convertidas en una realidad, indican claramente que ha
llegado a la meta de su preparación intelectual, y por lo mismo, esto quiere
decir, que el individuo ya se encuentra capacitado para hacer uso del libre
ejercicio de sus facultades mentales, que lo obligarán siempre, a cumplir en
forma consciente, con sus deberes, haciendo a la vez uso moderado, de sus
derechos sociales, cosa que el hombre honrado puede lograr, en cualquier
circunstancia de su vida; aunque sin duda alguna sea a base de esfuerzos y de
sacrificios, para llegar a conservar incólumes sus ideas, para realizar sus
acciones , y para ejecutar sus obras.
En su sentido moral el segundo viaje, simboliza a la lucha que se
entabla entre la verdad, en contra de la mentira o el engaño; entre la educación
y la ignorancia o la superstición; entre la realidad y el error o la falsedad; entre
el bien y el mal o la perfidia, etc., para el fin de poder definir en forma
categórica, a las nobles virtudes, que sirven de apoyo a la equidad, a la razón y
a la justicia, lo que indiscutiblemente indica, que el hombre, en todas las
circunstancias o vicisitudes de la vida, por difíciles que se le presenten; tiene
derecho a ejercitar sus facultades intelectuales, para el fin de que pueda luchar,
por conquistar el lugar que justamente le corresponde, dentro del
conglomerado social.
Este viaje, nos recuerda la cualidad que nos permite hacer pleno uso de
nuestro libre albedrío, al iniciar cualquiera de nuestras actividades, puesto que
también es emblemático de esa contienda interminable y constante, que el
hombre sostiene, en contra de sus propias pasiones, puesto que de esa
manera viene a limitar sus ambiciones, convirtiéndolas en acto de nobleza y de
más pura sinceridad, como sentimientos nacidos de un corazón benévolo,
porque de otro modo, se podría fomentar la perfidia humana, la que en
determinados casos, se apodera de la conciencia de nuestros semejantes; y
esto incuestionablemente, viene a constituir a la pugna o el deseo, de escoger
entre el conocimiento y la aceptación que nos obliga a alejarnos del mal; o el
hábito o la inclinaciòn que nos empuja hacia él; o lo que es lo mismo, tener la
noción o el concepto más puro de lo que puede ser la práctica de las virtudes
humanas, en contraposición a la perniciosa acción que nos acarrean los vicios.
Finalmente podemos asegurar, que la verdadera ideología que
encontramos en el simbolismo masónico respecto a la edad viril del hombre,
asume un carácter de realidad moral tan evidente y radical, que en lo material
nos obliga a salir del estrecho círculo en que permanecía oprimida, para entrar
de lleno bajo la benéfica influencia de los estudios cientìficos, filosòficos y
espirituales que demanda el conglomerado social, aún cuando el hombre no
posea todavía un oficio, un arte o una profesión; que le asegure un porvenir o
una alta posición pública, tomando en consideración que este segundo viaje,
en que se demuestra la virilidad del individuo; sólo se estudia, se comprende y
se traza un plan de conducta definido, no solamente de utilidad particular en
beneficio propio, sino para bien y honra de todos los seres que nos rodean;
pero sin que esa actitud, pueda perjudicar los intereses o los derechos de los
demás.
El tercer viaje, simboliza a la edad madura humana; o sea la época en
que se demuestra el talento, la pericia y la experiencia adquirida por el hombre,
durante su preparación. El individuo, aspira a una justa retribución, cuyo premio
a sus esfuerzos, siempre será el fruto que logre adquirir durante su verdadera
actuación; tomando en cuenta que todo lo que ha logrado obtener mediante su
inteligencia, y haciendo uso de sus más nobles acciones, ha sido impulsado
por su espíritu de sinceridad, como una cualidad propia del hombre de talento y
de criterio. Es por esa actuación sana del individuo, que se pueden adquirir los
honores, las recompensas, los títulos y toda clase de distinciones sociales,
para bien, felicidad y gloria de nuestros padres y maestros. este viaje, simboliza
a la purificación moral y material del hombre, así como al perfeccionamiento de
su educación intelectual, puesto que en este caso, se supone que ya ha
conseguido su completa emancipación, de las pasiones denigrantes,
consiguiendo modelar su espíritu, y emplear conscientemente los sentimientos
emanados de su voluntad; por cuya razón, durante esta época de la vida
humana, el individuo demuestra que aprendió a dominar sus malas
inclinaciones, renaciendo a la verdadera virtud, puesto que ya no existe ni
domina en él, la ignorancia que aprisiona y estrangula al hombre; tampoco la
hipocresía que envilece y degenera; ni la superstición que pervierte los instintos
naturales; ni mucho menos las ambiciones vulgares, que llevan a la ruina al
género humano, esta es también la etapa en que el individuo demuestra
igualmente que sabe pensar con serenidad, y aplicar su criterio con cordura y
equidad; y de ese modo, seguir luchando hasta lograr distinguirse y superarse,
manteniendo en su conciencia, la realidad que le brinda esa labor noble y
fraternal, para propagar entre sus hermanos, los conocimientos que de
cualquier manera, le harán convertirse en un paladín de sus propios principios.
En la época de la madurez, es cuando ya se ha adquirido la fuerza de
voluntad y la experiencia que todo hombre de talento debe demostrar, como
producto de la pericia que necesita, para llegar hasta el triunfo de sus ideales,
de sus acciones, y de la ejecución de sus obras, como dueño absoluto de sus
actos, llevados a la práctica, mediante la aplicación de un criterio puro y firme,
dictado a base, de razón de equidad y de justicia.

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